Hace algunos días, me encontraba en casa, digamos que pasando el tiempo, con calor y medio somnoliento, decidí recurrir al nuevo mejor amigo de los momentos de tedio, el teléfono celular. Emocionado, me fui directo a ver que había de nuevo en las redes sociales, y bueno como ya es costumbre, encontré videos chistosos, fotos de mis amigos en sus viajes, y un montón de noticias falsas. De repente, leí uno de esos mensajes que inevitablemente llaman la atención “Cuando dijiste que no eras como los demás, nunca imaginé que fueras peor”.
Sin identificar quien lo había publicado, levanté mi mirada y me pregunté: “¿Qué haría?” Mis ojos regresaron a mi teléfono celular y descubrí que quien había publicado esa nota era una de mis amigas que conocí años atrás en la universidad. Desplegué nuevamente mi pantalla y encontré otra publicación hecha por ella también: “Tranquilos… el amor de tu vida llega después del error de tu vida”. Inmediatamente me dije: “algo malo le pasó a mi amiga”, e inevitablemente, decidí abrí su perfil, la curiosidad no me dejaba tranquilo, tenía que saber quién era el error de su vida.
Mi amiga había compartido en sus redes sociales más de diez mensajes en los que expresaba su rabia, frustración, despecho y bueno todo lo demás que uno siente después de una ruptura sentimental, pero lo que más llamo mi atención fue la no existencia de una solo foto de aquel personaje ahora llamado “el error de tu vida”. La verdad me pareció todo muy extraño y considerando que mi dulce amiga posee ese tipo de personalidad que con ánimo publica todos los hechos y acontecimientos de su vida en las redes sociales, me quede aún más intrigado.
La curiosidad no me dejo, y a pesar de que en realidad poco habíamos hablado en el último año, el escribirle un corto mensaje seria la oportunidad perfecta para reconectar nuestra amistad y saber quién era “el error de tu vida”. Con grata sorpresa para mí y considerando la diferencia horaria entre los dos, ella me respondió casi que de inmediato, y bueno con la ayuda de la tecnología, una llamada fue la mejor forma de ir directo a la información.
Con alegría saludé a mi amiga y aunque ella también lo hizo, si note de inmediato que no la estaba pasando bien y sin preámbulos le pregunte: “¿Patty, te encuentras bien?”. Después de un corto silencio, mi amiga se soltó en llanto, con una profunda tristeza, me contó que justo hacía pocos días, ella había terminado la relación con su último novio, ella lo había dejado y acongojada dijo “¿Cómo me pudo ser tan infiel?”.
No sabía que decir, no encontraba las palabras que en ese momento pudieran ser las adecuadas para darle animo a alguien que tenía su corazón destrozado, pero como el objetivo de la llamada era saber la verdad, entonces con voz amigable le dije. “Yo no sabía que tenías novio”. Ella hizo una pausa en su voz y secamente me respondió “Es que no había querido contar nada”. Esas palabras eran como la leche condesada sobre una bola de helado, más apetitosa se hacia la tan anhelada información ¿Quién era? ¿Qué hizo? Y ¿Por qué el error de tu vida fue tan infiel? ¿Por qué ella no quiso contar nada? Y con el interés pleno de poder consolar a mi amiga le dije “En mi puedes confiar, si deseas conmigo te puedes desahogar”, Y mi inocente amiga, como una Caja de Pandora que se abre para dejar ver las maravillas de su interior, me lo contó todo.
Ella había conocido a su ultimo novio en un sitio web en el que se contactan personal adultas para hacer amistad, bueno eso me dijo ella, y después de intercambiar algunas fotos y conocer más el uno del otro, decidieron encontrarse personalmente y aunque no vivían en la misma ciudad, formalizaron su relación en internet y al menos una vez al mes, él viajaba a visitarla. El error de tu vida, es decir, el nuevo novio de mi amiga, le solicitó que nunca publicara fotos de ellos, según mi amiga, él dijo: “Soy un hombre no muy amigo de las redes sociales”.
El tiempo pasó y mi amiga se enamoraba cada vez más, pero un detalle no dejaba que ella se sintiera tranquila, él siempre apagaba su teléfono celular cuando ellos estaban juntos. Mi amiga empezó a dudar y le comentó a alguien la situación, quizás alguien tan buen amigo como yo, y esta persona le aconsejo sabiamente que creara un perfil falso y lo contactara por la misma página web a través de la cual ellos se habían conocido. Ella y él, de acuerdo a lo que entendí, mantuvieron sus perfiles activos. Mi amiga empleando fotos de otra mujer, contacto a su novio y en un tentador juego para despejar sus sospechas, él le expreso querer conocerla. Mi amiga adolorida y decepcionada, creo otros perfiles y contactándole una y otra vez, veía como su novio aceptaba las solicitudes de amistad aumentando así su red de amigas virtuales.
Ella terminó su relato y yo en verdad no tenía palabras para animarla, escuetamente le dije “lo lamento mucho, dale tiempo al tiempo”, al fin y al cabo, mi sed de información había quedado plenamente saciada. Escuetamente terminé la llamada y sin dudarlo, tomé mi teléfono y llame a un amigo en común y sin omitir detalle, le conté la triste historia de nuestra amiga y de aquel hombre ahora identificado como el error de tu vida.
La historia anterior está basada en un relato real en la que han sido cambiados los nombres de los personajes, que llegó a mis oídos a través de uno de esos buenos amigos que abundan en las redes sociales.
La soledad, la falta de pareja, compañía y en muchas oportunidades de amor propio, a veces hacen que lo irreal nos parezca real. Lo cierto es que en esta época virtual, la amistad y el amor verdaderos son cada vez más difíciles de conseguir y cosechar. Al final, nos debe quedar claro que el exponer nuestras vidas en la forma en la que lo estamos haciendo nos puede poner en situaciones que al final pueden traer dolor y desilusión convirtiéndose así, en el error de nuestras vidas.