Icono del sitio yon jimenez

Quiero de novio al Príncipe Harry, pero que Thor me estremezca en la cama.

Thor el hombre mas sexy. Porque sonamos con el Principe harry

No sé si será la contaminación en el ambiente producida por el reguetón,  una consecuencia del consumo excesivo de comidas rápidas, un fenómeno producido el exceso de azúcar en las bebidas refrescantes, o quizás, sea el resultado de la hipersexualizacion de la humanidad en las redes sociales. Puede ser nada, o probablemente, es la suma de todo lo anterior ¿Cómo saberlo? Lo cierto es que cada vez es más difícil, pero más difícil, encontrar una pareja estable y duradera.

Yo pensaría que, si Romeo y Julieta vivieran en nuestros tiempos, no encontrarían nada difícil superar la radical enemistad a muerte entre los Montesco y los Capuleto, para poder vivir a plenitud su mutua promesa de amor eterno. No, eso no sería complicado; sin embargo, lo espinoso seria lograr que Romero cerrara su cuenta en Tinder, y que bloqueara en el WhatsApp todos los contactos de mujeres que le envían fotos sugestivas.  Y que por el otro lado, Julieta dejara de postear en Instagram cuanta foto se toma frente al espejo vistiendo sus nuevas, ajustadas y diminutas prendas de vestir.

Independientemente de los grandes avances tecnológicos,  el encontrar el amor, o tener una pareja estable, aún sigue siendo, o bueno eso es lo que algunos dicen, importante en el desarrollo individual y en la idealización de la vida que cada uno de nosotros desea vivir.  Sin embargo, y siendo honestos, sería un poco ilusorio pensar que en estos tiempos en los que mucha gente encuentra la historia de Romeo y Julieta extremadamente ridícula e ilusoria, que dos personas jóvenes se prometan o intenten tener una relación estable y duradera en la que el amor sea la base más importante.

Y ¿Por qué me atrevo a insinuar lo anterior? Para mí, la respuesta es muy fácil y evidente a los ojos de cualquiera. Los parámetros en los que el amor y las relaciones eran valoradas anteriormente han cambiado, y mucho.  Los enamoramientos basados en los sentimientos y en ese sueño mutuo de vivir hasta que la muerte los separe, han sido desplazados, por las apariencias físicas y por la desafortunada y mala interpretación de la felicidad moderna.  Para muchos de nosotros, el ser feliz ya no es un estado de ánimo en el que se debe trabajar arduamente cada día, sino que,  ésta se mide gracias a la intensidad y la satisfacción que nos ofrece un determinado momento de nuestras vidas.   En otras palabras, una buena fiesta significa felicidad, pero el construir una relación respetuosa, afectiva y duradera, significa monotonía y aburrición.

Para dar un ejemplo de mis ideas, quiero traer el caso de mi primo Miguel. Yo diría que él es ese tipo de hombres de los que uno se pregunta ¿Por qué está aún soltero si es tan buen muchacho? Miguel es entre muchas cosas: profesional, buen trabajador,  tiene un buen vehículo, honesto, detallista, generoso, buen amigo, el que presta la casa para las fiestas, y hasta donde yo sé, romántico.  Pero, como no existe ser humano perfecto, el único detalle negativo que le veo a mi primo es que la actividad física y  él no fueron llamados a convivir juntos en este planeta.

No es que quiera decir sea malo tener unos kilos de más, al fin y al cabo, las apariencias físicas deberían ser lo de menos al momento de enamorarnos.  Sin embargo, Miguel, quien es dueño de un notorio abdomen, está obsesionado con encontrar una mujer delgada, y, ante todo, poseedora de unas sexys y voluptuosas curvas.  Como él mismo lo dice “Por lo menos que tenga algo de lo que tiene la Kardashian.  El sofisticado gusto de mi primo, quien no tiene en su cuenta de ahorros el dinero suficiente para enamorar a una  Kim o a una Khloé,  lo ha dejado viviendo por muchos años una larga soltería que lo único que le ha traído es una penosa depresión.

Por otro lado, está mi amiga Luisa.  Ella, una mujer inteligente, estudiada, que va al gimnasio sagradamente, que se viste de acuerdo a las últimas tendencias de la moda y que ha viajado, se encuentra en un largo tratamiento para contrarrestar la ansiedad que le ha producido el estar aún soltera, cuando todas, y aclaro, todas sus amigas del colegio ya se han casado y tienen hijos.  Mi amiga no ha contado con la suerte de encontrar su príncipe azul.  Hace algún tiempo, sus amigos más cercanos, preocupados por su salud emocional, le preguntábamos cual era el tipo de hombre que ella quería.

La descripción del hombre ideal para Luisa fue suficientemente clara y contundente.  Ella busca un hombre generoso, fiel, caballeroso, que vista siempre impecable, conocedor de vinos y de la buena cocina, que sea un excelente lector, que ame el teatro y la ópera, que vaya a la iglesia cada domingo y que siempre le abra la puerta del carro.  Adicional a lo anterior, mi amiga quiere un hombre de cabello abúndate, delgado, de piernas fornidas, de brazos fuertes y de un abdomen plano que deje ver el musculo más diminuto de su anatomía.  Como ella lo dijo después de unas cuantas copas de vino: “Quiero de novio al Príncipe Harry, pero que Thor me estremezca en la cama”.

Lo verdadero es que ni mi amiga, ni mi primo, están en la búsqueda de sus respetivos Romeo y Julieta, y eso es muy valedero, al final y al cabo el amor es humano y por ende no es perfecto.  Sin embargo, es que la idealización que ambos tiene en mente, quizá diste un poco de la realidad humana en la que nos encontramos.  Y no es que quiera insinuar que sea negativo el anhelar encontrar a alguien que cumpla con ciertos parámetros, cuando por ende, todos merecemos lo mejor.  Pero lo cierto es que para ellos y para muchos cada vez encontrar pareja y amor es más, mucho más difícil.

Fotos por http://www.pajiba.com y http://www.popsugar.com.au

Salir de la versión móvil