Hace ya algo más de un año, veía en la televisión la promoción de una nueva seria que narraba la historia de un grupo de mujeres, quienes eran obligadas a vivir subyugadas bajo el dominio de un régimen político y religioso, y quienes, como única función específica, están destinadas a engendrar hijos para las familias poderosas y adineradas de aquella nación ficticia. Inicialmente, la idea me pareció algo sórdida y pensé que eso no iba a ser exitosa, y recuerdo que me pregunté ¿Quién va a querer ver semejante historia tan reforzada? Pero la verdad, terminé viendo la primera temporada completa, leyendo el libro, y siguiendo capitulo a capitulo la segunda entrega de la serie.
Para mi gusto personal, debo decir que han adaptado extraordinariamente la historia original de la escritora Canadiense Margaret Atwood, quien público en 1985, el libro que lleva el mismo título de la serie, y quien emotivamente, relata un mundo fantasioso en el que las mujeres sufren opresión, discriminación, y la pérdida total de todos sus derechos como seres humanos. Y aunque la trama esta soportada en el hermoso don de la maternidad, lo cierto es que para mí concepto, la novela no se distancia de la realidad que muchas mujeres deben enfrentar en la actualidad.
Sin querer hacer de esta publicación una alegoría al feminismo, o una critica contundente al machismo, el cual considero absurdo y mandado a recoger hace cientos de años, lo cierto es que la historia de Atwood y la serie, me han hecho reflexionar en varios aspectos que he observado en mi constante interacción con las mujeres y que deseo compartir con ustedes.
Primero, el machismo en muchas formas está cimentado en el concepto errado que muchas mujeres han apoyado en cuanto a la diferencia existente entre ellos y ellas, diferencias que no van ligadas a características físicas de los dos sexos, sino a derechos u obligaciones inherentes al género. En la serie, resultan ser las mujeres, quienes con mayor rigurosidad y crueldad que los hombres, hacen cumplir las reglas de una nueva doctrina de vida, y aquello me hace pensar que en un mundo que ha evolucionado, y en el cual muchas mujeres han logrado avanzar y alcanzar niveles de participación igualitaria en muchos campos y áreas, es aún visible en muchas culturas y sociedades que mujeres con la posibilidad de transmitir algún tipo de educación o formación a niños y niñas (madres, tías, abuelas, maestras, tutoras, etc.) perpetúan esa supuesta diferenciación entre las libertades con las que nacen los varones, y las restricciones que limitarán las vidas de las mujeres.
Segundo, las mujeres y su increíble capacidad de renunciar a todo. En The handmaid’s tale, las mujeres fueron las promotoras de un régimen que las anulaba y las convertía en una figura decorativa (las esposas de los comandantes) o en una maquina procreadora que permitiría la supervivencia de la especie humana (las Handmaids). Y aunque lo anterior es tan solo parte de la ficción creada por la autora del libro, paradójicamente, por años he observado el como ellas deben renunciar a sus sueños, sus ilusiones, y anhelos, como si pareciera que de una u otra forma las actividades, trabajos, o funciones que realizan ellas no son tan meritorias como las que desempeñamos los varones.
Y, por último, la excesiva sexualización impuesta a la mujer. Desafortunadamente por décadas, la televisión, el cine, la música, y actualmente las redes sociales, han generado patrones de belleza, en los cuales, las características físicas de una mujer son más relevantes que su esencia y su ser. Y para mi apreciación personal, patrones físicos que lamentablemente son copiados por cientos mujeres jóvenes y adultas, generando un culto al físico, o un factor discriminatorio para aquellas que por diferentes situaciones no pueden igualar las formas de sus congéneres, siendo en la serie, esa discriminación relacionada con la capacidad de procreación que poseen las Handmaids.
Para terminar, y como lo expresé, y aunque puede tener tintes horrendos y crueles, en la historia ficticia de las Handmaid muchas mujeres de nuestro mundo real pueden ver reflejadas sus historias, sus luchas, sus sufrimientos, y los abusos que todavía en muchos lugares ellas deben enfrentar cada día, y si bien, aún hay mucho en lo que se debe trabajar para crear esa igualdad que muchas esperan y anhelan, una parte muy importante para lograr esa equiparación reside en la mente y en el corazón de cada mujer.
Nuevamente, mil gracias por leerme.