Soy Colombiano, uno de esos que van por ahí, no soy de izquierda, ni de derecha, como ahora quieren encasillar a todos los que nacimos en este bello país. Soy un ciudadano normal, uno de esos que ha sido pisado en Transmilenio, que ha tenido que pasar una noche a la orilla de una carretera por el derrumbe de una montaña, que ha trabajado desde las siete de la mañana hasta las diez de la noche sin que le sea reconocida una sola hora extra, y hasta de los que han sido atracados en plena vía pública sin que nadie le auxilie.
Soy uno de esos paisanos al que le preocupa su patria y al que le da tristeza ver el daño que los gobernantes nos han dejado, y él que a veces se pregunta ¿Sera que un Colombiano realmente sabe cuánto vale su voto?, y no me refiero al tamal, o la camiseta, o al bono de supermercado, o al sándwich, o quizás a los veinte mil pesos en efectivo que algunos generosos candidatos ofrecen cada vez que se acercan las jornadas electorales. Me refiero al poder de elección que la democracia hasta el día de hoy nos ha dado a todos los mayores de dieciocho años y que lo podemos expresar en una urna de votación.
Poder de elección del que lastimosamente pareciera que como ciudadanos no tenemos ni la más remota idea del valor real de nuestros votos, y lo digo así porque aún seguimos dejando que sean muy pocos los que definan la suerte y el futuro de nuestro país, y es que además, las cifras de abstención en las últimas jornadas electorales así lo demuestran, el abstencionismo ha alcanzado cifras records de hasta el sesenta por ciento.
Sin embargo, debo también aceptar que lo anterior me genera dos dudas. La primera, ¿Sera que tan solo al cuarenta por ciento de los Colombianos votantes nos interesa lo que pase con el país? O la segunda, ¿Sera que tan solo el cuarenta por ciento de los Colombianos votantes nos préstamos a seguir alimentando este absurdo juego democrático? Y lo catalogo como absurdo porque pareciera que cada vez las opciones de encontrar a un político respetable son mínimas y lo cierto es que hoy como nunca antes, es más fácil ser un gobernante en Colombia, cada vez con menos votos una persona puede ser elegida en un cargo de elección popular.
Y es que a quien no le interesaría poder ser elegido, ganar un buen salario, tener poder, no hacer mucho, y si todo se presta bien, salir con una muy buena suma de dinero que lo hará vivir como rico por el resto de su vida mientras que el resto del pueblo animado y enardecido se divide entre la derecha o la izquierda. En otras palabras, nosotros divididos, ciegos, e ilusos, defendiendo a políticos de izquierda o de derecha, quienes sin dudarlo se comen a mordiscos desesperados los recursos económicos de nuestro país.
Y ¿Por qué catalogo a los políticos de izquierda o derecha como iguales? Déjenme expresar mi pensar.
En primer lugar, desde que tengo uso de razón, la derecha ha gobernado al país, y lo único que puedo percibir es que esa derecha capitalista que ha sido roja, azul, o de centro, literalmente se ha robado a Colombia, la han desmantelado, la han llevado hasta el punto en el que nos encontramos, y lo cierto es, que los dos últimos gobiernos, o en los últimos dieciséis años de nuestra historia por decirlo de otra forma, la corrupción ha llegado a limites impensables.
Si, también conozco que algunos que apoyan a la derecha soportan su argumento principalmente en la inocente idea de evitar que nuestra patria se convierta en lo que es hoy en día nuestra hermana república de Venezuela, pero la realidad es que en cientos de hospitales no hay médicos, ni medicamentos, en muchos municipios no hay profesores, que niños y niñas mueren de hambre y sed, y solo basta con recorrer a pie algunas calles de Quibdó, Turbo, Tumaco, o del barrio obrero en Apartado, entre otros, y apreciar la riqueza que abunda en nuestro país.
Ahora, en cuanto a la izquierda, mi primer acercamiento con el socialismo fue en Cuba, y solo me vasto pasearme por la vieja Habana y luego pasar por el sector de Miramar para entender que al final la desigualdad si existe, que es una falacia que el socialismo es un movimiento incluyente, y que aquellos que llegan al poder lo que menos les interesan son los ciudadanos del común, excepto cuando se acercan las jornadas de electorales. Adicional a lo anterior, en Colombia, el socialismo también ha tendido su oportunidad en el poder, Bogotá fue el laboratorio en donde las corrientes socialistas podrían demostrar que su forma de gobernabilidad era diferente, pero lastimosamente los resultados hablan por sí solos, uno de los mayores escándalos de corrupción, y una ciudad que se ha perdido y que pareciera no le perteneciera a nadie, es la herencia que nos ha dejado la izquierda.
Como lo digo, la diferencia no existe y nuestro futuro está en nuestros votos, esta es una carrera que nunca termina, pero que podrá tener un fin si todos decimos ¡Basta!, y si le damos a entender a los gobernantes que el poder no está en ellos, que el poder está en nuestras manos, en nuestros votos, y que nuestros votos son valiosos y que ellos deben trabajar para ganarlos. Amigo colombiano dale valor a tu voto, el voto en blanco es una realidad y también es una opción, pero solo tendrá valor si la mayoría decimos “No más políticos corruptos”.