¿Sabías Qué El Síndrome Del Niño Emperador Es Más Frecuente De Lo Que Creeríamos?
Es indiscutible que las formas en las que las relaciones entre padres e hijos se desarrollan hoy en día, distan años luz, de los métodos que nuestros progenitores emplearon para criarnos a muchos de nosotros. En muchos hogares, ya fuera porque era una arraigada conducta social o por el claro nivel de autoridad que los padres y madres poseían en sus círculos familiares, era casi imposible, pensar que un niño o una niña tuviesen el poder suficiente de manipular el actuar de sus procreadores, convirtiéndose en algunas oportunidades, en un pequeño emperador, para quien, el mundo gira tan solo en torno a sus deseos y necesidades.
Aunque cada padre y madre tiene la total y absoluta libertad de educar a sus hijos como mejor les parezca, y considerando, que no existe un claro y único método para ejecutar la crianza de los pequeños, lo cierto es que, la formación de los niños y niñas se está convirtiendo una labor cada vez más complicada. Ya sea por la falta de tiempo debido a trabajos demandantes, a la urgencia de conseguir los recursos económicos necesarios para suplir las necesidades actuales de los infantes, o a los altos estándares sociales que demuestren una exitosa paternidad o maternidad. Muchos niños y niñas están confundiendo las obligaciones morales y sociales que tienen sus padres con la nunca suficiente necesidad de ser complacidos.
Para explicar mejor mis palabras, me permitiré emplear como ejemplo el caso del hijo de un gran amigo, el pequeño Juan, como así le llamare en este relato. El cual, me hace recapacitar en cuanto a la gran responsabilidad que significa el criar a un pequeño ser humano, en nuestros momentos actuales.
Mi muy querido amigo y su esposa han hecho un gran esfuerzo en criar a su hijo, brindándole todas las oportunidades que quizás ellos no tuvieron, lo anterior, de acuerdo con lo que mi mismo amigo ha expresado. Juan ha tendido todo lo que ha querido: videojuegos, teléfonos inteligentes, tabletas, cuanto juguete novedoso aparece en el mercado, y hasta un dron con todas las ultimas aplicaciones tecnológicas que el niño, por supuesto, no puede utilizar ya que vive en un edificio de apartamentos. Juan siempre ha tenido claro que, si se porta bien, sus padres le compensaran su comportamiento con lo que él desea.
Sin embargo, desde hace algún tiempo, la conducta del pequeño Juan ha cambiado y no para bien. Muchos de los regalos que él ha recibido han sido solicitados por él mismo. Sus largas jornadas de videojuegos no pueden ser interrumpidas así sea por la hora de cenar, personalmente, he visto como sus padres le llevan la cena a su habitación. Y el niño casi no interactúa con otros seres humanos. Pero lo más importante es que él se ha vuelto, cada vez, más demandante en cuanto a sus caprichos y cuando estos no son complacidos, su comportamiento es agresivo y hasta ofensivo. Adicionalmente, en su colegio, Juan ha tenido bajos resultados académicos, la razón, es que él solo le interesa hablar de video juegos y no presenta sus tareas o trabajos a tiempo.
Debido a todo lo anterior, obviamente, mi amigo y su esposa fueron citados al colegio en el que estudia Juan. Luego de una larga reunión, ellos se comprometieron a no permitir el uso de videojuegos y a ayudar con sus tareas y trabajos. Sin embargo, Juan no quería comprometerse con sus responsabilidades escolares. Como una estrategia motivacional, sus padres le prometieron de regalo la última consola Xbox si él lograba terminar con éxito su año escolar, desafortunadamente, el niño no logró su objetivo. Sin embargo, a pesar de sus negativos resultados, él esperaba su regalo en la última navidad.
Como una forma de hacerle entender su falla, los padres no le dieron regalo alguno durante las últimas fiestas decembrinas. Sin que los padres lo esperaran, Juan se negaba a comer, contestaba groseramente, y hasta, despedazó algunos de sus juguetes. Mi amigo preocupado consultó con una psicóloga y ella fue quien le explicó que ellos tenían en casa, lo que se ha vuelto muy común en estos tiempos, a Un Pequeño Emperador. En su afán de ser “Buenos Progenitores” le han enseñado a su hijo que ellos no son sus padres sino los complacedores de sus deseos y caprichos. Así mismo, les explicó, que le han inculcado a su hijo una actitud interesada frente a la vida, en la que, supuestamente, haciendo lo que ellos ordenan, él recibirá una recompensa material a su aparente esfuerzo.
De acuerdo con los consejos recibidos en su consulta, ahora mi amigo y su esposa tienen el titánico compromiso de cambiar todos los hábitos que, ellos mismo crearon, para su hijo. Estableciendo una clara figura de autoridad, haciéndole entender que los deberes del pequeño Juan no son negociables o canjeables y que las cosas materiales no son, ni pueden ser, la base de la relación existente entre padres e hijos. Finalmente, como progenitores ellos tienen la obligación de crear el ambiente en el que su hijo pueda desarrollar su personalidad única y todo su potencial mental y físico; sin embargo, en ese espacio la comunicación y la interacción debe ser más importante que las distracciones basadas en las nuevas tecnologías.