Seguramente como muchos lo hicieron, al inicio del año que está a punto de terminar, hice una lista de los propósitos y metas que debería cumplir en este 2022. Con mi energía recargada e influenciado por esa extraña sensación de que en doce meses sería capaz de lograr todos mis sueños y cambiar radicalmente mi vida, debo confesar que muchas de mis intenciones no pasaron de ser buenos deseos plasmados en un pedazo de papel.  Al darme cuenta de aquello no puedo negar que llegué a sentir algún grado de frustración al escuchar mi mente diciéndome que no logré todo lo que anhelaba y que aún estoy aquí sentado, esperando que se cumplan muchos de esos anhelos.

No obstante, y antes de dejarme envolver por ese sentimiento de fracaso, me di cuenta de que mis propósitos fueron cambiando con el trascurso de los meses del 2022.  Así mismo, recapitulando lo sucedido, sin lugar a duda, el descubrir que una de las personas más importantes en mi vida fue diagnosticada con cáncer cambio, definitivamente, mi percepción de lo que era importante y pasé del sueño de vender millones de libros a decirme a mí mismo que debía mantener la calma para transmitir eso mismo a quien, en ese momento, lo necesitaba.  Entonces la vida me reitero que antes de alcanzar cualquier logro material debía lograr un balance entre el estar tranquilo y disfrutar de cada cosa que hiciera, sin ello, al final, el éxito sería como tratar de atesorar mis triunfos en un saco roto.

Pero así mismo, entendí que encontrar la paz interior puede llegar a ser un trabajo desalentador cuando estamos rodeados de tanto éxito falso que solo pretende hacernos sentir que nuestra vida es un cumulo de fracasos y que el solo hecho de levantarnos cada día, tratar de dar lo mejor de nosotros mismos, luchar por nuestros sueños, así muchos no se cumplan, no es suficientemente valioso en estos días. Comprendí que nos hemos acostumbrado a no darle valor a cada una de nuestras batallas diarias, al gran esfuerzo que hacemos para mantenernos de pie y con la frente en alto en aquellos momentos en que todo a nuestro alrededor pareciese resquebrajarse y colapsar, cuando en realidad puede ser el comienzo de la transformación que tanto necesitamos y que nos obliga a salir de lo que muchos llaman “La zona de confort” y es el inicio del camino que estamos destinados a recorrer.

También, aprendí que la percepción de ser exitoso puede variar en cada ser humano, para muchos esta va ligada al dinero, a los viajes, a los seguidores en las redes sociales, al número de libros vendidos y a tantas cosas que son fáciles de mostrar y ostentar.  Pero para mí y luego de las experiencias vividas, ser exitoso lo podría definir como la sensación de sentirme bien conmigo mismo, ser capaz de enfrentar las vicisitudes con tranquilidad y poder hacer o ejecutar una labor que me apasione en realidad porque si algo he aprendido verdaderamente es que el dinero no significa nada si al final ni siquiera se disfruta el tenerlo.

Lo cierto es que luego de un año lleno de altibajos, preocupaciones, alegrías y algunos logros, me doy cuenta de que tengo muchos motivos para estar agradecido; si pienso en aquellos que, en algún lugar del mundo, perdieron a un ser querido o han tendido que enfrentar las tragedias o desgracias que este mundo nos trae, yo tengo que aceptar que la vida ha sido benévola conmigo y lo más importante que mi madre le ha ganado la batalla al cáncer.

Les deseo a todos en este próximo año 2023 que la vida, la energía superior o Dios, les traiga la paz y tranquilidad que se necesita para vivir cada día y enfrentar los retos que estos nos traen.  Que disfruten de lo hacen y si por algún motivo aun no tienen esa oportunidad, que la busquen y crean que son merecedores de la felicidad y todas las cosas buenas que les puedan suceder.  Y, por último, que disfruten de ustedes mismos, que cuiden de su cuerpo y mente porque al final, si no hay amor dentro de nosotros es muy difícil ofrecerlo a los demás.

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